Y lo que pasó era todo lo más previsible: el amigo madrileño ha desaparecido casi por completo de mi vida, al menos de mi café mensual, o de mis llamadas: él ha seguido viajando y haciendo planes y castillos en el aire, es más, la última vez que lo he visto, él seguía diciendo las mismas cosas de siempre, que donde estaban trabajando el resto de compañeros, a lo que se dedicaba él, que el cartero llamarse algún día a su hermano, y cuatro cosas más que siempre solía decir.
Con el exzamorano la cosa está como casi siempre: si viene y no tiene planes, siempre quiere quedar, al final acaba él con el puntillo suficiente de estar contento y decir verdades, sigue obsesionado con su trabajo, y con lo que piensen de él, y a la hora de hacer planes juntos o pensar él algo qué hacer, nada de nada...siempre que lo lleven y lo traigan y que cuando voy a verlo, bajo su perspectiva entre semana, bajo la mia, algún fin de semana, pero claro, él no se va quedar alli.
Y yo sigo pensando lo mismo, que él uno quería en parte desaparecer de mi vida y el otro quiere tener otra vida que, de momento no puede tener, de uno, lo he dicho un montón de veces, dejar de ver después de más de veinte años, es duro y lo supe llevar, y me lo comí yo solo, y si quiere desaparecer que desaparezca, es más, todavía me acuerdo de las comidas de cabeza con su amigo cuando lo había dejado con su pareja, la ¡noche que nos dio! No quiero pensar el día que le pase algo muy grave a gente de su entorno, ¿quien lo aguantará? Veré o tal vez se sumerja en una profunda tristeza que saldrá como siempre, haciendo planes, sin concretar nada...vamos, lo de siempre, jeje.
En fin,yo volveré este año al descenso, más tranquilo, más seguro y sobre todo, feliz de hacer lo que quiero hacer, sin preocuparme de nadie más que la gente se preocupa por mi.
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