Ya van, creo, que cinco los años que he pasado un fin de semana, un rato o algo menos en casa de dos exvallisoletanos que se han afincado en una ciudad cercana a Madrid y desde entonces, sus vidas, han cambiado poco.
En principio tenían trabajos diferentes, cada uno de los suyo, pero, a uno de ellos tenía mucho trabajo y mucha presión y decidió dejarlo, siempre me lo deja claro "yo dejé el trabajo": el otro hizo un ida vuelta a su trabajo, ya que, estuvo en la empresa bastantes años, para irse unos meses a la competencia y regresar donde está.
Las circunstancias quisieron que cuando dejó el trabajo surgiera una vacante en el otro y más o menos dio el perfil para trabajar juntos y hacer todo juntos: y es que, uno de los incovenientes que tienen ambos, es que, al trabajar juntos, casi siempre están hablando de trabajo, tanto conmigo, como con ellos, no solo un rato, sino, siempre: no se les conoce más aficiones que ver películas y con posterioridad comprarlas, para cuando llegó yo, a veces verlas.
Y sus semanas se traducen en, ir a trabajar, y estar en casa sin hacer casi nada: bueno, ahora quieren hacer, al menos uno de ellos, participar algo más activamente en uno de los centros juveniles, pero, según ellos "son flojos y desganados" y no pueden hacer las cosas "que ellos hacían hace tiempo" y con ese nuevo reto para este próximo año, no sé lo que les durará, comprar libros sobre cómo organizar a chavales o se sumergen en "actividades" que a ellos les interesa, no sé si al resto también les interesará: aceptan propuestas, pero siempre tiene otro punto de vista, el mismo, y por supuesto, tienen razón.
Alguna vez, en alguna cosa he intentado que vieran otro punto de vista, pero, discutir por discutir con ellos, sabiendo que aún teniéndola no te darán la razón, pasé y lo guarde en mi memoria para luego escribir sobre ellos: pueden tener la razón y seguir argumentándola, y yo por eso, paso de discutir.
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