Durante los últimos días de la semana pasada pensé en enviar un doble mensaje a la amiga de Palencia, para dos cosas, primero, decirla que este fin de semana pensaba pasarlo en mi ciudad y probablemente solo, y por otro lado, dar las gracias por que se acordara de mi cumpleaños.
El efecto fue el adecuado: me escribió para decirme que ella también se quedaba en la ciudad y que lo pasara bien.
Y luego, otro mensaje, que ya que los dos nos quedábamos en la ciudad, podríamos vernos, tomar café o copa...y yo pensé ¿dónde? pero no lo escribí, realmente, sin saber qué hacer pero no quería decirla que no pensaba ir hasta su ciudad a tomar, como en verano, otro café y escuchar sus cosas, que, ahora mismo, no me interesan mucho, pero, no sabía que escribir.
Pasaban las hora y bastante de madrugada pensé que decir y cómo decir, sinceramente, lo que me apetecía hacer: quedarme en mi casa y estar solo, así, directo, sin más rodeos...y así se lo dije: encendí el ordenador, y me puse a escribir, solo esa frase.
Lo que no sé si esperaba era su respuesta, pero lo hizo, de dos veces, es decir, dos correos: el primero de ellos diciéndome que vale, que cada uno a lo suyo: el segundo, que para conocer a gente, tengo que salir fuera: en ambos lleva razón, pero, a veces, conoces a mucha gente, pero, solo te llaman cuando les interesa, cuando no, pueden pasar meses que no lo hacen, eso si, si les interesa, me están escribiendo o llamando, cada momento.
Y es por ello, por ese motivo, por ese no querer organizarme, por querer lo que quiero hacer, y no lo que me digan que debo hacer, lo que, con esta amiga que quiere hacer lo que ella quiere hacer, pero sin compromiso a nada, y a veces, sobre todo, intentando controlar lo que hago.
Aún no la he dicho que estoy preparando las oposiciones, sé lo que me diría en cada mensaje y no, no me apetece escuchar eso....
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