A lo largo de mi vida he sido asiduo de varios bares por diferentes motivos, trabajo, afición, cercanía o porque iba con otros amigos.
Recuerdo de alguna que otra vez, casi tener obligación de ir a los bares a lo largo de la semana, un día a uno, otro a otro, por trabajo, por fútbol...
Pero ahora todo eso ha cambiado: donde vivo hay tres bares y suelo ir alternativamente cuando me apetece a cada uno de ellos, más a uno que a los otros dos.
Pero, hoy quería hablar de ese bar, situado a casi tres kilómetros de mi hogar, donde he pasado muchas horas, he ido con muchas personas muy diferente, he conocido a camareras muy diferentes y aún a día de hoy, de algunas tengo su teléfono y de otras sé de su vida o no se nada.
Tengo que decir que, desde mi punto de vista, la calidad del café no es mu alta, esa es mi sensación cuando tomaba café allí, pero, la oferta de desayuno es muy competitiva,y muchas veces está literalmente lleno.
¿Y porqué no voy? Literalmente no me coge de paso cuando salgo para hacer algo, y sobre todo, porque, si no ha cambiado nada, ni el café ni cómo son los desayunos, pero si el precio, me puedo imaginar que ganará algo más y podrá hacer buena caja con la gente que sigue yendo allí a tomar café, pero yo, de momento no, toca esperar el momento oportuno que, algún día vuelva a ir hasta allí y ver que, excepto el precio, casi nada más ha cambiado, las camareras, la gente que va, la gente que viene e incluso mis propio amigos por allí.
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