La relación entre una madre y una hija, muchas veces, solo las entienden ellas y es probable, que la madre, diga todo lo que piensa sobre su hija y esta, aunque, sabe que en el fondo lleva razón, se la cuesta dar.
Así es la relación entre la exsoriana y su madre: la madre quiere lo mejor para su hija y ella lo sabe, a la vez, que ella la acusa de estar siempre diciéndola lo que tiene que hacer y lo que no tiene que hacer.
Esta vez tocó el turno a su peso y a su dieta: dice su madre que ella se pasa de comer un poco de lechuga a comer de todo o pasarse la tarde como un molinillo y si, tiene razón, ella lo hace, de comer muy poco a meterse en dos días dos pizzas, contando trozos, incluyendo el de la la enana, y si se la nota que está cogiendo mucho peso, y ella también lo nota, y su madre también se lo dice, pero, sobre todo, el que tiene que pasarlo regulero es su actual marido con sus ataques de si, pero no, o no pero si: sus cambios de humor, de opciones y ahora con su cambio de vida.
Yo, como me aconsejo mi amigo, me limito a escuchar y poco más, sabiendo que la madre, en este caso, tiene razón, pero, solo escucho, no digo, no merecería la pena, discutir por discutir o hacerla ver un problema, para ella no para mi, y que cada uno, en teoría, con su cuerpo y su vida puede hacer lo que le apetezca.
Veremos si ella se da cuenta del error que está cometiendo en ese sentido: no sé si quiero pensar lo que pasará en Septiembre, con su nuevo horario y su nueva vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario