912 Sigo un poco como ayer

Que fácil es no hacer nada para nada: no me refiero a eso de hacer cosas globales en el mundo, sino me refiero a temas de amistad.

La amistad no se puede medir en ninguna forma que conozcamos, pero, dicen que con el tiempo, pues eso se consolidar una especie “que podemos llamar amigos”: amigos tenemos todos, dentro de nuestro colegio, luego en el instituto, en la facultad, en nuestro curro, bueno, en este último, yo al menos, en este último aspecto solo tengo “compañeros de trabajo”, y es que, en su mayoría son bastante mayores que yo y con otras aspiraciones bastante diferentes, entre ellas la jubilación.


El caso es que, de esas personas que nos vamos encontrando en nuestro vida, pueden aparecer y desaparecer: no puede pasar a todos: los caminos van y vienen y cuando decides que en esa persona puedes confiar, puedes estar con el o ella, puedes tomar algo, de repente esa reciprocidad no se da, y no sabes por que: lo tratas de intentar de una forma, lo tratas de intentar de otra, pero nada, y luego te preguntas ¿qué hice mal? o mejor dicho ¿cómo debería hacerlo? ¿merece la pena preocuparte por alguien que luego no se preocupa por ti?

Yo al principio pienso que si, pero que si después de tres o cuatro veces, uno se siente decepcionado y que la otra persona no te aporta nada e incluso pasa de ti de manera deliberada, aunque nos duela, debemos dejarla de lado, ¿hasta cuando? Pues no lo sé, pero seguro que con el tiempo todo pasa y tú te puedes olvidar de esas personas: muchas veces pienso por las noches la cantidad de gente que conozco y que desde hace mucho tiempo no sé nada de ellas, y que, durante mucho tiempo, mantuve una “amistad” con esa persona, pero ahora 0.

Se nota que sigo un poco cabreado con lo de la última vez y que no sé cuando se pasará, pero mi nivel de amistad con la gente, desde hoy, una vez más, lo voy a medir mucho más.