El otro día tuvimos la comida de Navidad con los amigos que este año fue más rara que ningún otro año.
De los que podíamos ir, de repente cuatro personas no pudieron ir, en la última semana, y para más inri, esas cuatro personas, junto con otros dos fueron los que escogieron el lugar, en este caso un italiano, y esto, después de que casi una semana antes alguien propusiera aplazarlo por eso mismo, lo típico, cuanto más gente mejor..pero no hubo forma de entrar a razones.
El día antes, también hubo protesta por la hora, no marcada por nosotros, si no, por el propio restaurante, pero aún así, se seguían quejando.
Llego el día y la hora indicada y cual fue la sorpresa que, los que más se quejaban llegaban tarde, como veinte minutos tardaron en aparcar, y mientras tanto, los que estábamos allí íbamos decidiendo qué queríamos y cómo lo queríamos, pero, al llegar estas personas, que si era pronto, que si tal no estaban deacuerdo en nada de nuestras propuestas..no me sorprendió pero si me cabreó.
Finalmente, por mi raro que parezca, comimos como en dos partes, por un lado los seis primero, y por otro lado, los otros...nosotros mezclamos platos y pizzas y los otros dos compartían lo suyo.
No sobró mucho, no por falta de hambre, si no por que no me apetecía lo que había, lo que más me gustaba ya no estaba. Hubo postres, típicos italianos y café, ni copa, ni felicitaciones ni ya nos veremos...y me tuve que ir, se supone que aun sitio, pero acabé en otro, para horas después saber que todos estaba en sus casa, haciendo lo que fuera, yo quedé con el exzamorano, pero eso, lo cuento mañana.
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