En este estado de confinamiento casi total, la gente hace de su tiempo rutinas y si las intentas cambiar, les sorprende.
Desde hace más de dos o tres semanas, todos los días el amigo cartero y yo hablamos por teléfono bastante tiempo. No hablamos de nada importante, solo hablar del día o de cosas que han pasado y que pueden pasar: un ejemplo: él es muy cauteloso con ciertas normas de prevención en este tiempo de coronavirus, guantes, máscaras..pero cuando le sugiero otras normas, como no usar la misma ropa de trabajo que en casa, cosas que han dicho, a él eso, ya no le gusta, creo que tuerce el gesto y cambia de tema: es decir, para unas cosas, si, pero para otras no.
Otro ejemplo: usando videollamadas, siempre lo hago yo, cuando tengo tiempo: si tiene ganas, aunque esté medio dormido las coge, igual que con los mensajes, si está interesado, los contesta, pero, de repente, si no hace caso,es que está haciendo otras cosas y lo deja pasar, hasta que le vuelve a interesar.
Y yo, que cuando la gente va, yo ya he ido y regreso, ahora voy por horas: es decir, pongo los datos cuando me apetece y si alguien escribe es el momento de contestar y si no, lo dejo hasta más adelante: con eso he conseguido no estar pendiente todo el rato del móvil, y que si alguien quiere realmente algo, acabe llamándome, y por otro lado, "mato dos pájaros de un tiro": el primero, sé más o menos los horarios "de mi nueva ilusión" y si no me apetece contarla algo, y ella ve que no tengo los datos puestos, al contesto cuando quiero, no cuando ella puede: y con el cartero también, ya que, a veces me escribe cuando estoy viendo u haciendo otras cosas que me gustan y, cómo el me habla o me escribe, no puedo escuchar lo que me gusta.
Pronto empieza otra vez la vida laboral, asi que, seguiré con este plan, porque si no, parece que soy yo el que está pendiente del mundo, y prefiero que no lo crean así, y contestar a cosas, no urgentes, cuando me apetece y no, continuamente...
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