Cuando dos personas que han sido amigos y han compartido muchas cosas en muchos años siempre suelen volver a los mimos lugares y es normal, coincidir.
Y es que, el pasado lunes se dio esa casualidad, otra vez: en esta ocasión no estaba corriendo, sino, sentado junto con otro amigos, escuchando sus cosas y a la vez, vigilando quien entraba y quien salia del bar, es lo que tiene saber escoger los sitios. Era casi al final de nuestra conversación, cuando lo vi entrar y se puso en el único hueco libre que había en la barra: si cuando llegamos no había nadie, un rato después, estaba lleno: él cuando entró no se fijo en nada en el bar, y mi situación era la adecuada, para no ser visto: se sentó, pidió su café, un periódico y en un momento determinado le comenté con quien yo estaba que si nos íbamos, la otra persona dijo que sí, y fue a pagar las consumiciones: yo de reojo miraba hacia donde estaba él y él seguía con sus cosas: y nos fuimos, ni me vio, ni me miró y supongo que ese día para él, sería un día más de ir a tomar café y darse una vuelta, me supongo, y mientras yo, estuve con un amigo y luego dimos una vuelta.
Lo que ha cambiado la vida: antes incluso hubiéramos quedado, pero ahora, por que no sé cuando viene y no llama, aunque nos veamos en bares, ni nos saludamos y cuando nos saludos, es cuando nos vamos..
No hay comentarios:
Publicar un comentario