El otro día un presentador de una cadena dijo más o menos esa misma frase: creo que no es obligatorio que tengamos que opinar de todas las cosas que cuentan los demás.
La frase no deja de sorprender porque, en ese programa precisamente se dedican a eso, a opinar de lo que hacen, dicen o han dicho los demás, casi siempre, metiendo a terceros, este lo puede corrobar o decir, pero, sin aportar ningún tipo de pruebas, pero la gente lo ve y se queda con lo que quiere escuchar.
Y algo parecido me pasó con mi amigo exzamorano: dentro de uno de mis lugares de trabajo, por la diversidad del mismo se está transformando en algo que no se estudia y que se intuye, con formación no reglada, práctica, o se supone y que a veces engancha y otra nos, ya que, al haber esa formación, se limita la formación reglada. El detalle sin importancia, es que, esa formación no reglada, además de no valer para mucho, cuando abandonen ese lugar, se van a encontrar con una realidad totalmente diferente, más académica, formal y establecida, con lo cual, muchos pensamos que cuando lleguen a ese punto, van a estar muy perdido con un nivel curricular muy bajo.
El caso es que, explicado todo esto al amigo exzamorano, él está de acuerdo con esa formación, que no conoce porque y que, le parece adecuado que se intente, eso si, sin dar más argumento que ese, que puede estar bien, pero por mucho que le diga que hay más gente en contra que a favor de ese sistema que está implantando a él, le da igual, por probar cosas nuevas, todo, merece la pena.
La conversación sabía yo que no iba a tener ningún punto en común, tuve la suerte de que me llamaron por teléfono, asi que, nuestra conversación quedó inconclusa y, yo por mi parte, no volveré a sacar el tema, cuando vas a escuchar cosas de la gente que no está dentro, mejor, no escuchar nada.
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