Objetivo conseguido por mi parte: un día entero sin mantener ningún tipo de mensaje.
Como conté, el lunes fui yo el que inicio una breve conversación con ella, poco tiempo, pero si fui yo el que, después de tres días hablé con ella, y sí que la conté cosas, ella, en cambio, no me contó nada de su fin de semana.
Así que, al día siguiente yo decidí no mandarla ningún mensaje, sabiendo más o menos su día: primera hora, tomar café con amigo, trabajar, como yo y la tarde, como siempre, no lo sé.
Mi día era parecido, trabajar, algo de deporte, visitar mi familia y mis amigos por teléfono. Quizás solo durante el trabajo es cuando hablo con ella, pero ese día no me apetecía, simplemente, quería que fuera ella la que enviara el mensaje o algo, cualquier cosa, pero, durante esa mañana no lo hizo.
Y llegó la tarde, y yo, seguía con mis cosas: mi deporte y mi familia, nada más. Y como era más o menos esperable, o no, ya no lo sé, llegó el mensaje: según decía no había tenido su mejor día, pero se la pasaría, como siempre, o como dice, sonrío por fuera, lloro por dentro.
No sé que la ha pasado, como siempre, serán conjeturas suyas, que no llevan a ningún lado, que no me valen para nada y que, se siente atada, como tantas veces me ha dicho, sin poder hacer nada, entonces, los bajones, no me valen, para mi, para nada, ni me valdrán. Sabiendo todo lo que sé, estas cosas, cada vez me afectan menos, porque, como la he dicho muchas veces, nada ha cambiado y nada cambiará.
Según ella, va tomando decisiones, porque ha querido, y dejó que pasara, y ahora que ha cerrado puertas, en sentido más intimo posible, ve que me voy alejando, que no la cuento cosas y sabe que no me puede hacer absolutamente nada.
Próximamente, la contaré, que la pasaba, quizás, lo de siempre, quizás, nada.
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