El pasado sábado, como rumiaba desde hace tiempo, enviaba un mensaje a la amiga de Palencia sobre si debía o no escribirla, ahora que, se supone que está con alguien más
No tardó en contestar con frases que podría haber adivinado antes, para decirme que si, pero no se creía nada.
Dos días después, también como esperaba, recibía otro mensaje preguntándome el motivo de ese mensaje el pasado sábado, con dos posibilidades, si añoraba algo y la segunda si estaba bebiendo para ahogar las penas.
Todavía me estoy riendo, primero, por la noche surrealista que vivimos, y lo segundo por que,en parte, yo lo tenía preparado, pero, parece que la otra persona no lo sabía.
He vuelto a contestar, pero ahora, menos amable, algo cortante y digamos, en parte cerrando el círculo, tipo, el que empieza y acaba la conversación soy yo, cuando quiero y como quiero: eso si, esa persona no lo sabe, ya no tiene qué preguntar, qué decir o qué contestar...me gusta mandar sin saber que estoy mandando y que llevo el control de todo, pero sin parecerlo.
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