El otro día veía una noticia que, debido a las sentencias en contra del programa u otros programas satélites de las cuales, las que me acuerde contaré mañana, la directiva había decidido cambiar o despedir algunos colaboradores: como siempre, se hablaba de algunos que llevan años y de otros que acaban de empezar.
Y de repente, al día siguiente veo en su propia página web dos noticias muy llamativas: los colaboradores debían decidir si un recién llegado le querían despedir de su trabajo, todo votan, todos dan argumentos y finalmente, ellos mismos, les guste o no, deciden que se quede, al menos, de momento, pero, casi al final del programa, un colaborador, casi habitual pero no desde el principio, anuncia que ahora si, él se va: en mitad de agosto, con no mucha audiencia, dicen, y como siempre, se va otra cosa, pero, sin decir qué, ¿sorpresa? Pues visto lo anunciado las redes y visto lo que está pasando, no del todo, más bien, al revés, aunque la audiencia no supiera nada, hasta normal.
Como se suele decir, otro vendrá que bueno me hará o similiar
En dos semanas nadie se acuerda de ese periodista para dar paso, casi seguro a otro, tiempo al tiempo.
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